viernes, 28 de octubre de 2011

Parte 2

En parte la comunicación mediante móvil todavía funcionaba, por lo que pudimos contactar con Arancha, de momento se encontraba bien, la comida le aguantaría varias semanas, claro está, si no sufríamos cortes de luz, el agua corriente, otro elemento básico, todavía se mantenía, ¿Por cuánto tiempo?, no podíamos saberlo, tendríamos que ir viviendo el momento, lo primero era asegurar la finca, tendríamos que ir casa por casa, viendo si había vecinos vivos o en algunos hogares habían sufrido la infección, comenzaríamos por la mañana, conseguir comida, combustibles, algunos walkie talkie, montar las guardias para cubrir el perímetro, demasiadas cosas para los pocos que éramos, tardaríamos demasiado si no encontrábamos supervivientes que nos ayudaran.
A la mañana siguiente, Antonio, Roberto y yo, preparamos las armas para revisar piso por piso el edificio y averiguar si quedaban supervivientes, los tres pisos vecinos no presentaron ningún problema, llamábamos a la puerta, no contestaba nadie, las forzamos y revisamos las habitaciones, en todos encontramos lo mismo, algunos cajones abiertos en los que faltaba algo de ropa y poco mas, habían salido rápidamente de la ciudad al enterarse del virus. Al subir al segundo piso encontramos la puerta de entrada al rellano cerrada, el hedor aumentaba al acercarse a la puerta, encendimos las linternas que adosamos a las armas, Roberto abrió despacio la puerta, el rellano estaba oscuro, la luz del día iluminó la entrada, el olor nauseabundo nos hizo detenernos unos segundos, casi nos hace vomitar, iluminamos el rellano a un lado y al otro, en un rincón vimos el cadáver a medio devorar de uno de mis vecinos, la sangre cubría parte de la pared y el suelo, pegado a la puerta A, un ser infectado permanecía quieto frente a ella, debía de ser su casa y el virus le infectó antes de poder entrar, era una mujer joven, tenia los brazos manchados de sangre ya coagulada, entramos en silencio sin dejar de enfocarla con las luces, apunté a su cabeza y disparé, el “petardazo” sonó como un trueno, los oídos nos atronaban, durante unos minutos quedamos sordos completamente, salimos a la escalera para recuperarnos, fue un error disparar el fusil en un espacio tan pequeño, sin protecciones, cuando nos recuperamos entramos de nuevo, lo que fue la cabeza del no muerto era un amasijo de carne, sangre y huesos. Llamamos a la puerta donde estaba el no muerto, nada, entramos y la casa no mostraba signos de que hubiesen huido, nos les daría tiempo a ello. Llamamos a la puerta B, nada, sacamos la palanca para forzar la puerta.
-          Hola- el sonido de una voz humana nos sobresaltó, el corazón se me puso a mil.
-          Hola, soy Paco, el vecino del primero, ¿se encuentran bien?, abranos la puerta.
-          No, no, esos seres están fuera y nos quieren matar- la voz era de una mujer, sollozaba mientras hablaba, le temblaba la voz, estaba totalmente aterrada.
-          No se preocupe, le hemos matado, la llevaremos a mi casa donde estará segura, no se preocupe- la voz calló unos minutos, todo se quedó en silencio, cuando me disponía a llamar de nuevo, la puerta se entreabrió un poco, el rostro desencajado de la mujer nos miraba aterrada.
Con mi voz más dulce trate de que la mujer se calmase, nos retiramos un poco de la puerta para que se sintiera segura y no atemorizarla más de lo que estaba, nos abrió totalmente la puerta y de un rápido movimiento se pegó a la pared que se encontraba a su espalda, sostenía un cuchillo de cocina.
-          Tranquila, soy Paco, vecino del primero A, ¿Cómo te llamas?- le hablaba mientras me colgaba el arma.
-          Soy Alejandra- sus ojos se movían frenéticos de un rostro a otro.
-          ¿Hay alguien contigo?
-          No, estoy sola.
-          ¿alguna de esas cosas le han mordido?
-          No
-          Ven conmigo Alejandra, te acompaño a mi casa y así podrás conocer a nuestra familia.
 Le tendí la mano, ella temerosa fue acercando la suya muy despacio, el contacto con otro ser vivo la hizo temblar, soltó el cuchillo que sostenía en la otra, se aferro a mí y notaba como su cuerpo temblaba, al contemplar la escena de fuera, intentó rehuir de nuevo hacia la seguridad de su hogar, la calmé susurrándole en un tono sosegado. Antonio y Roberto se quedaron revisando el piso y asegurando los otros dos de la planta. Las chicas se hicieron cargo rápidamente de la situación, les dije que la revisaran a conciencia por si había algún tipo de herida que pudiera haber sido causada por algún zombie.
Terminamos de inspeccionar y limpiar nuestro portal, no quedaba nada por revisar, la azotea podía dar mucho juego, se veía bastante lejos y lo más importante, te podían ver. Fuimos dejando todo cerrado y precintado, para tener mayor seguridad en que nada ni nadie entraba o salía sin nosotros saberlo, según bajamos a mi casa. Al parecer Alejandra estaba completamente libre de la infección, y les conto como se había encerrado en su casa mientras su vecino era devorado por su mujer, no entendía lo que estaba pasando y al contárselo tampoco se lo creía demasiado, pero lo visto la hizo ser mas crédula. Debido a la tensión del momento al llegar a casa nos dimos cuenta que no habíamos comido nada desde que salimos a primera hora de la mañana. Nuestras tripas empezaron a protestar, comimos algo mientras charlábamos sobre los siguientes pasos a seguir.
-          Si Alejandra estaba viva, probablemente hay más vecinos en sus casas, podíamos intentarlo- Decía Gise mientras jugaba con Lidia a las palmas.
-          Yo casi me cago en los pantalones, creo que no deberíamos arriesgarnos innecesariamente, podemos intentar hablar con alguien, si es que queda alguno vivo, pero desde aquí, y si no bloquear las puertas de los portales- dije mientras Roberto y Antonio asentían. Los tres habíamos pasado mucho miedo.
Y a la mañana siguiente así lo hicimos, intentamos llamar la atención de los demás pisos, pero nadie respondía, en dos de ellos, del portal 4, vimos como unas manos sanguinolentas se posaban en las ventanas dejando su macabra marca.
-          Tenemos que intentar limpiar al menos esos dos pisos que hemos visto, no podemos dejar que ninguno de esos seres quede en pie- hablaba Antonio mientras terminamos de asegurar las puertas de los portales 2 y 3.
-          ¿Tú qué dices Roberto, los limpiamos?- pregunté mirando hacia las dos ventanas, eran en el primer piso, no correríamos demasiado riesgo, pero era imprevisible.
-          De acuerdo, lo haremos, pero daros prisa por si nos arrepentimos.
Aseguramos los ventanales del portal, dejando la puerta libre y las planchas preparadas para reforzar la puerta.
Subimos despacio al primer piso, no había manchas de sangre en las paredes ni ninguna otra marca que nos indicase que había algún no muerto fuera de las casas, de todas maneras fuimos muy atentos, dejamos preparados los tablones para dejar asegurado el portal cuando saliésemos. Cuando entramos en el descansillo comenzamos a notar aquel olor nauseabundo que indicaba si había alguno cerca, eso y los horribles gemidos que siempre les acompañaban eran sus delatores. Si antes pienso en su canto de guerra antes suena, comienza como un lastimero quejido, para luego volverse un grito de locura y rabia por no poder alcanzar su única meta, nuestra carne, nuestra sangre, nuestro cuerpo. El miedo de nuevo nos hace rezumar adrenalina por los cuatro costados, nos acercamos lentamente a la puerta, un fuerte golpe nos hace dar unos pasos atrás, la puerta tiembla, otro golpe, se unen mas, despacio y creo que sin quererlo vamos retrocediendo hacia  la puerta, un sonoro gemido, dos, tres, parece un coro de alguna iglesia macabra, los golpes y los gemidos se entremezclan, ¡¡¡¡¡PAM!!!!!, otro fuerte puñetazo a nuestra espalda, el concierto va en aumento y no para de subir, contra más ruido hay, mas se produce. Retrocedemos sin dejar de apuntar con nuestras armas, lo que antes parecía seguro ahora se ha vuelto muy peligroso, no podemos quedarnos parados. De repente un sonido a madera rota hace que los tres nos giremos a nuestra derecha, la puerta ha decido en parte y las manos de los no muertos salen disparadas como un resorte hacia nosotros, su rabia se hace más profunda, eso anima a que los de la otra casa redoblen los esfuerzos por salir de su prisión, al parecer nos equivocamos en nuestras predicciones, no había solo un no muerto, debían de haberse juntado en la misma casa varias personas y alguna de ellas estaría ya infectada, lo siguiente podemos imaginárnoslo, el empuje de los no muertos en busca de su presa iba en aumento, la puerta no aguantaría mucho mas y la otra comenzaba a astillarse debido a los golpes. Roberto se quedo en la puerta vigilando hasta que nosotros bajásemos y empezásemos a asegurar la puerta. Una ráfaga suplantó por un momento a los gemidos y golpes, levantamos la vista hacia la escalera y vimos como Roberto bajaba los escalones de cuatro en cuatro hacia nuestra posición, seguimos con la vista su camino de huida y vimos aparecer a cinco no muertos, tropezaban y se embarullaban por intentar pasar a la vez, sin pensarlo dos veces Antonio y yo levantamos las armas y a la vez que disparábamos Roberto salía como alma que lleva el diablo. Nuestras ráfagas no daban en su cabeza solo les retrasaba, Roberto nos hizo la cobertura desde la calle y nosotros salimos, las ráfagas cesaron, y un tropel de no muertos salieron como las burbujas de un champán agitado, rápidamente cerramos la puerta y comenzamos a asegurar la puerta, los no muertos llegaron a los ventanales y comenzaron a golpearlos, no dejamos de trabajar pero el miedo recorría cada poro de nuestra piel, tenerlos simplemente separados por unos pocos centímetros no era muy alentador, sus dedos arañaban el cristal, su boca sangrante intentaba morder nuestra jugosa carne, parecía como si se frustrasen al no poder alcanzar su premio. De todas maneras no podíamos mantenernos mucho tiempo allí, no fuese a ceder el cristal, había al menos diez de esos engendros. Atrancamos la puerta y pusimos un tablón a modo de puerta doble atornillado al hierro y al cemento. Nos fuimos alejando despacio, los gemidos y golpes todavía se oían, en una mirada fugaz hacia nuestro mirador vi como, Rocío, Pili y Gise, miraban desde arriba, sin poder hacer nada, pensé que eso debería cambiar, contra mas supiéramos manejar armas más seguros nos sentiríamos. Nos metimos en nuestro portal y pegamos el bloqueo de la puerta, subimos a casa, sudorosos y con la respiración agitada, por lo menos a mí,  las piernas me temblaban y creo que a los demás también por la forma de sentarse que tuvieron, no éramos casi capaces de controlar el continuo movimiento involuntario de la pierna.
Ya no se oían los gemidos de los engendros del portal 4, pero la maldad que había detrás de los parapetos se palpaba en el ambiente. Debido al tremendo ruido que armamos y a los gemidos que parecían una llamada entre ellos, en la calle se habían congregado un par de docenas de no muertos, algunos pululaban despacio sin un rumbo fijo, alguna vez chocaban entre sí y soltaban un pequeño gemido, parecía una protesta, parecía una manera de comunicarse, pero no creo que sea posible, esos seres habían perdido totalmente el raciocinio y cualquier capacidad inherente al ser humano. Los demás estaban quietos, parecía que habían entrado en trance, tenían la mirada perdida, eran como centinelas que a la menor señal de vida humana a su alrededor, se activarían, para seguir sembrando el terror y la muerte en la Tierra, nosotros éramos su presa pero se lo pondríamos difícil.
Alejandra se encontraba más tranquila, estaba de nuevo entre seres humanos y eso al parecer en estos tiempos era un privilegio, mientras Roberto y Antonio comenzaban a enseñar el manejo de armas a las mujeres yo subí a la azotea con Álvaro.
-          Tío yo quiero aprender también a manejar un arma, ya tengo catorce años y quiero ayudar, ¿Por qué subimos arriba?
-          Por dos razones nano, la primera para poder tener una visión más amplia, desde la altura se ve más y mejor, y la segunda es para que comiences tu aprendizaje y nos sirvas de ayuda.
Llegamos a la azotea, la visión general de lo que llegábamos a ver de Getafe era caótica, se veían incendios, pero lo más extraño de todo era la ausencia de ruido, no se oían coches, voces ni ningún otro de los ruidos cotidianos, solo te dabas cuenta si te parabas a pensarlo, pero en esos momentos no había demasiado tiempo para pensar en otra cosa que no fuese sobrevivir. Contamos veintitrés zombis desde nuestra posición, pero posiblemente hubiese alguno más en las calles adyacentes o en los chalets y pisos de la zona.
Había subido un maletín que cogimos de la tienda de armas, era un L96 con visor, silenciador y bípode, nos vendría bien poder usarlo desde esta altura, comencé a explicar a Álvaro su manejo, no perdía detalle y parecía absorber con ansia toda la información, al principio le pareció pesado y difícil de manejar, se trababa en su manejo pero al cabo de una media hora lo hacía con mayor soltura.
-          Bueno nano, ahora lo principal, vamos a comprobar tu puntería- municionó el arma, puso el bípode y lo apoyó al borde de la azotea.
-          Respira tranquilo, apunta a tu blanco y cuando vayas a disparar suelta el aire totalmente y aprieta el gatillo con suavidad- asintió mientras se preparaba- ten cuidado con el retroceso, espératelo y apoya bien el fusil en tu hombro.
Pusimos el silenciador para no alertar demasiado a los no muertos, le veía nervioso, era su primer disparo con un arma y no debería de haber existido este primer disparo, pero las circunstancias mandaban. Respiró, soltó el aire y apretó el gatillo, el disparo impactó en el pecho del engendro, haciéndole un agujero digno de un calibre 7,62, tampoco el hombro de Álvaro salió muy bien parado, su cara era un poema por el dolor, miré su hombro y vi que solo era un moratón por la falta de manejo, no aguanté más la risa y esto provocó que su dolor pasase a rabia, su cara se puso roja, estaba entre marcharse corriendo y llorar como un muchacho que era, pero su reacción me alegró, cogió de nuevo el arma comenzó de nuevo la rutina y disparó de nuevo, esta vez la cabeza del no muerto estallo en mitad del asfalto, después de vaciar dos cargadores y el numero de zombis que quedaban en pie descendió a diez.
-          Muy bien nano, parece que el avispero está un poco agitado, estos seres parece que huelen el peligro, será mejor que lo dejemos para mañana, bajemos a casa y limpiaremos el arma. Parece que ya tienes una nueva profesión- dije con una sonrisa en la cara al ver su cara de orgullo.
-          Gracias tío, estoy deseando contárselo a todos.
Bajamos de nuevo a casa, la noche se echaba encima y otro día más habíamos sobrevivido, para estos momentos de la vida no estaba nada mal, cada día que pasáramos vivos era una victoria. Los demás no habían perdido el tiempo y ahora ya todos sabíamos al menos disparar, otra cosa era hacerlo contra los seres que antes habían sido personas como nosotros, pero había que tener claro que eran ellos o nosotros. Preparamos la cena, y cada uno contó alguna nueva experiencia vivida ese día, por un momento todo parecía un sueño y al menos esa noche, esa cena, la pasamos tranquilos, mañana será otro día.

viernes, 14 de octubre de 2011

EL FINAL

Me levanté como todos los sábados después de toda la semana trabajando con ganas de descansar y disfrutar de un fin de semana con mi mujer. No había planes a la vista por lo que el  inicial era ponerse delante del ordenador para revisar los correos y demás temas tecnológicos en los que nos vemos involucrados estos días.
Suena el pitido del PC al encenderse, con la infusión de turno espero unos segundos, todo marcha, suena el teléfono, primera interrupción, es mi hermana que vive cerca del hospital de Getafe.
-           Hola, ¿Qué tal?
-          Bien - noto que su voz no está normal, algo ha pasado.
-          ¿Qué pasa?, ¿Estáis bien?
-          Si nosotros sí, pero no se en el barrio está todo muy alterado, no sé qué pasa, las sirenas no han parado en toda la noche, ambulancias, bomberos, policía, todo lo que pitaba estaba en marcha, ha salido Antonio a ver qué pasa.
-          ¿Quieres que vayamos?
-          Si no os importa, podríais acercaros.
-          Ok, en breves estamos allí, Rocío ya esta levantada, desayunamos y vamos.
-          Vale aquí nos vemos, no tardéis mucho.
-          De acuerdo, en quince minutos estamos en tu casa.
Termino la infusión, Rocío está trasteando en la cocina, su café es imprescindible por la mañana, como ella dice, sin mi café no soy persona.
-          Buenos días cari, ¿Qué tal?
-          Buenos días amor.
-          Ha llamado mi hermana que si nos podemos acercar, le he dicho que en quince minutos estamos allí.
-          Me tengo que duchar y salimos, tengo que llamar a mi hermana Gise haber qué planes tienen, me dijo que les llamásemos.
-          Vale, les llamamos, nos duchamos y nos vamos.
Bajamos al garaje, nuestro Octavia nos espera. Estamos en septiembre, cogemos la carretera de circunvalación, más adelante vemos un accidente, nos metemos por la vía de servicio, ya que la carretera está atascada en ese punto. La verdad que la salida de Getafe es un poco caos, demasiados coches. A lo lejos vemos el hospital, es cierto todo lleno de sirenas, pitos de coches, la gente comienza a alterarse por el atasco. Enfilamos la calle de la casa de mi hermana, la gente se agolpa fuera, ni rastro de mi cuñado, mientras Rocío habla por el móvil con su hermana.
-          Me dice mi hermana que vienen hacia casa, que al pasar por Toledo han visto que esta el hospital como aquí, es un caos, ¿Qué habrá pasado?
-          Ni idea ahora voy a buscar a Antonio y haber si nos enteramos de algo, diles que vengan a casa de mi hermana pero que se metan por la M-50, sino pillaran el atasco.
Llamamos al telefonillo y nos abren los niños, Álvaro tiene ya 14 años y Lidia tiene 9 una fan loca de Michael Jackson. Son muy cariñosos, mi hermana esta en el patio fumándose un cigarro.
-          Hola, menuda hay liada en el hospital, hemos hablado con su hermana y en Toledo están igual. ¿Qué estará pasando?
-          Ni idea, pero así lleva desde anoche.
-          Voy a buscar a Antonio, haber si le encuentro y nos enteramos de algo.
-          Tío, voy contigo.
Salimos Álvaro y yo hacia el hospital, la calle está llena de corrillos, los vecinos que no se han dirigido al hospital se encuentran allí hablando.
Antes de cruzar la carretera vemos a lo lejos a Antonio, está con otros dos vecinos parados viendo el caos que se ha generado alrededor del hospital.
-          Hola cuñado. ¿Qué está pasando?
-          Hola, ni idea, pero menudo cacao se ha montado, la gente dice que hay una especie de epidemia, pero solo se escuchan rumores.
-          Hemos hablado con la Gise y Rober y nos han dicho que en Toledo, el hospital esta igual, vienen hacia aquí, en unos diez minutos llegaran.
Mientras nos acercamos un poco más para informarnos claramente de lo que pasa, vemos como la gente que hay al otro lado de la pasarela que cruza la carretera, empieza a darse la vuelta y correr, hay movimiento en el hospital, empiezan los gritos, se escuchan tres sonoros petardazos, eso acrecienta la histeria, se escuchan más, la policía está disparando sobre una muchedumbre que sale a oleadas del hospital, parecen ser médicos, enfermeros y pacientes, pero que les pasa. La muchedumbre se empieza a agolpar en la pasarela, se está creando un tapón, la histeria genera miedo y el miedo genera aún más caos, se escucha un grito y un cuerpo cae desde arriba, pero que les pasa ¿se han vuelto locos?, disparos, gritos, cláxones sonando, paramos a un vecino que ha logrado salir del tapón de la pasarela.
-          ¿Qué pasa Ricardo?- le pregunta Antonio a su vecino.
-          Esto es una mierda tío, la policía ha empezado a disparar a la gente que salía del hospital, iban manchados de sangre, y les estaban atacando, no sé qué coño pasa, pero yo me voy a mi casa, y vosotros deberíais hacer lo mismo, no vaya a ser que esos locos te disparen.
Ricardo al igual que mucha gente sale corriendo hacia sus casas, la gente de la pasarela sigue agolpada, otros dos cuerpos más han caído, ya no se oyen disparos, solo gente correr en todas direcciones. Nos fijamos en la muchedumbre que ha salido del hospital se mueven sin rumbo fijo pero…. Que les pasa, están atacando a la gente, y la mayor parte se dirigen a la pasarela. Ahora les tenemos más cerca y podemos verles, ¡dios es horrible!, están manchados de sangre y algunos tienen heridas visibles por su cuerpo, pero parece no impórtales, al parecer no sienten dolor, despacio se aproximan a la gente que se encuentra taponada al principio de la pasarela , gritos y más caos, les están atacando, los muerden les arañan, varios de esos seres se abalanzan sobre una joven que se encuentra en estado de shock, un desgarrador grito se escucha sobre el resto al ser mordida por tres de esos seres, más gente cae, los que logran salir corren y corren, no miran hacia atrás, es la supervivencia.
-          ¡Joder!, mira Paco, a ese tío le habían mordido y… ¡Dios! , lleva el brazo colgando, se ha levantado como si tal cosa, ¡mira, mira!, ahora él ataca también, ¿Qué ocurre?
-          ¡Corre, corre!, vámonos a casa, deprisa.
Nos quedamos unos instantes más viendo la atroz imagen, sus caras eran las de la muerte no parecen ver, les tenemos a unos sesenta metros, pero no avanzan porque tienen victimas con las que continuar su macabro festín.
Mientras salimos corriendo, no dejo de pensar en las personas que dejamos atrás, los policías que había allí han sido barridos, la gente atacada y asesinada al momento se levantaba y atacaban al resto. El caos se acrecienta con la gente que sale de sus coches, pero se ven atrapados por los atacantes, a más ataques, más atacantes, esto es demencial. Como podemos apartando a la gente llegamos a casa.
-          ¿Qué pasa?, ¿Por qué llegáis tan alterados? , pregunta Rocío con miedo en los ojos.
-          ¡Maldita sea!, la peña se ha vuelto loca, atacan a la gente, pero lo más loco es que los que parecen muertos, resucitan y se vuelven como ellos, hay muertos por todos los lados pero vuelven a la vida, es de locos pero es la verdad.
-          ¿Qué hacemos?- pregunta Antonio recuperando el aliento.
-          Lo primero calmémonos, lo segundo llama a tu hermana y pregúntale por donde van, en cuanto lleguen, nos largamos de aquí, esto es demasiado peligroso.
Un frenazo se oye en la calle, salgo a ver que pasa y veo a la Gise y Rober, la parte delantera de su coche esta abollada y manchada de sangre.
-          ¡Joder!, rápido entrad. ¿Qué os ha pasado?
-          Yo que sé, hemos atropellado a un tío en la calle de la gasolinera y cuando me he bajado el tío se ha levantado y se acercaba para intentar atacarnos, tenía heridas horribles y parecían mordiscos, todo es rarísimo, otros cuatro más se han dado la vuelta y venían también hacia nosotros pero no decían nada, solo unos gruñidos, todos estaban heridos, pero eso no parecía importarles- responde Roberto nervioso.
Les pongo al día brevemente de lo que hemos visto en el hospital.
-          Tenemos que marcharnos de aquí esos seres se acercan y no quisiera tenerlos a mí alrededor.
-          Pero Paco, no te das cuenta, yo creía que había matado a un hombre.
-          Tenerlo todos claro, hasta que no averigüemos que pasa, y si esas cosas nos atacan, o tenemos que deshacernos de ellos, no son personas, así que no tengáis ningún tipo de remordimiento. Lo primero, coger un poco de agua y comida, Antonio algún tipo de arma, un palo de madera algo, con lo que poder detenerles, pero si la policía con sus disparos no pudo…quizás no sirva de mucho, pero al menos detenerles. Cogeremos los coches y nos alejaremos del foco de violencia. Lo tenemos que hacer deprisa, si ya han llegado a la gasolinera en breve estarán aquí.
Todos se pusieron en marcha, cada uno haciendo una cosa, yo no soy ningún héroe pero algo de táctica militar si sé, alejarse del peligro, procurarse sustento y refugio, y  observar antes de dar un paso en falso. Todo estaba preparado habíamos tardado unos cinco minutos, un par de mochilas con algo de comida, bebida y ropa, y unos maderos como armas, no era muy alentador pero era lo que teníamos en ese momento, un desgarrador grito proveniente del chalet vecino, nos heló la sangre a todos, vacilamos antes de actuar, que hacíamos, Roberto dio el paso y se acercó cautelosamente hacia la parte trasera, para mirar por el patio, con cuidado se subió a una mesa que nos había servido para alguna barbacoa.
-          Cuidado, intenta que no te vean-le susurró Antonio, estrujando su palo para darse confianza.
-          Está todo el patio manchado de sangre, la cristalera de entrada, pero no se ve a nadie, esperar voy a asomarme un poco más.
Roberto se apoyo con cuidado en la verja que delimitaba las dos parcelas, un gemido fantasmagórico surgió de la nada, uno de esos seres estaba pegado a la valla devorando lo que había sido Almudena, el ruido de la valla llamo su atención, Roberto sintió un fuerte tirón del brazo, cuando miró hacia lo que tiraba de él, se dio cuenta de la situación, el ser le intentaba arrastrar hacia el suelo, el olor nauseabundo a sangre coagulada, ese gemido lastimero y lo peor los ojos en blanco, sin vida, le miraban pero no le veían, solo su único sentido de devorar, de matar, de engendrar otro nuevo soldado para su ejército, le guiaba hacia sus víctimas, cada vez se activa más el ser, cada pequeño tirón que daba, atraía a una nueva alma hacia su mandíbula, los gemidos eran cada vez mas ásperos, más secos, más nerviosos.
-          Ayudarme- gritaba nervioso- no puedo quitármelo de encima.
Intentamos tirar de él, pero lo único que hacíamos era levantar al ser y que tuviese más agarre.
-          Sujétale Antonio, voy a intentar zumbarle al tipo ese en la puta cabeza.
Me subí a la mesa y desde allí tenía un objetivo claro, el ser solo tenía ojos para Roberto, y pude asestarle un fuerte golpe en la sien, se escucho el sonido del cráneo al romperse, es la zona más delicada de la anatomía humana.
-          ¿Tienes sangre o alguna herida?- le preguntaba mientras le miraba el brazo que le había tenido agarrado.
-          No tengo nada, solo me duele, joder ese tío agarraba fuerte, ¿pero porque preguntas?
-          Algo me dice que la infección de esos seres se transmite mediante la sangre, a los que muerden se vuelven como ellos, pero lo mejor es no acercarnos  de nuevo, vámonos y rápido, hemos perdido demasiado tiempo.
Salimos de la casa mirando hacia el principio de la calle, por donde habíamos llegado corriendo, no se veía a nadie.
-          Rápido, montar en los coches, salimos juntos, vamos a mi casa.
Los motores rugieron e iniciamos la marcha lentamente, al mirar por el espejo retrovisor comenzamos a ver movimiento, primero uno, dos, cinco, a los pocos segundos el principio de la calle estaba plagado de esos seres, se movían lentamente pero sin pausa, eran como máquinas, no descansaban, no se agotaban, al girar la calle para tomar la salida dos de esos seres estaban parados en mitad de la carretera, no se movían, hasta que escucharon el sonido de los motores que les hizo salir de su trance, al principio un poco aturdidos comenzaron a mirarnos, hasta pasados unos segundos se pusieron en marcha, pasamos por su lado sin que nos alcanzasen, nos seguían sin detenerse aunque era físicamente imposible que nos alcanzasen, pasamos el cruce para salir a la gasolinera, allí nos encontramos varios grupos mas de esos seres, grupos reducidos. De repente sin darnos cuenta, una furgoneta blanca se abalanzo sobre el coche de Roberto y Gise, que iban al final, el impacto fue terrible, la furgoneta no hizo ni el intento de frenar, paramos en seco.
-          Quédate en el coche cari, si ves que nos atrapan, sal zumbando hacia casa y allí os refugiáis- Rocío me miraba con terror en sus ojos el miedo estaba haciendo presa en ella.
Le indique a Antonio que saliese conmigo.
-          Niña, tú y los niños iros a mi coche, Rocío ya sabe lo que tiene que hacer.
-          No vayáis por favor, vámonos- las lagrimas afloraron y Antonio se acercó a ellos.
-          Se fuerte, hazle caso, ya lloraremos después, no podemos dejarles hay.
Mientras entraban en el Octavia, Antonio y yo nos acercábamos al coche cada uno por un lado, alrededor nuestro no había nadie, ni vivos ni muertos, pero no podíamos perder de vistas las calles por si nos sorprendían esos seres. El hombre que había en la furgoneta parecía muerto, tenía la cara ensangrentada, pero no podíamos saber si era del golpe o es que le habían atacado, la puerta del copiloto del todoterreno de Roberto no se podía abrir, la furgoneta estaba incrustada en ella, Gise estaba inconsciente, Roberto se quejaba, tenía una fea herida en la cabeza, los airbag habían saltado evitando lo peor, le sacamos primero a él, y le llevé al coche de Antonio, él se quedó vigilando, cuando volvimos a por Gise, un grupo de esos seres apareció al final de la calle, sus gemidos empezaron a sonar como una llamada, uno de ellos iba arrastrando la pierna derecha era horrible, teníamos poco tiempo antes de que se nos echasen encima.
-          Joder, ahora el cinturón está atascado, no puedo abrirlo, ¿tienes algo con que cortarlo?- preguntó Antonio nervioso.
-          Toma esta navajilla es lo único que tengo, date prisa esos seres no dejan de acercarse.
Ya estaban a mitad de la calle, sus heridas eran horribles, ya estaban a unos doscientos metros, al final de la calle apareció otro grupo más grande, alrededor de unos veinte seres, los gemidos se hacían más fuertes, era demoledor, el miedo te paralizaba.
-          Date prisa, se acercan mucho.
-          Ya casi lo tengo, ya esta, rápido cógela.
Una mirada fugaz a mi derecha, impidió que uno de los seres me atrapase con sus garras, le esquive a la vez que alzaba el madero y le propinaba un fuerte golpe en el cuello, se tambaleó y cayó al suelo, desde allí intentaba levantarse, con ese golpe una persona normal no se hubiese podido levantar mas, pero el ser lo intentaba una y otra vez, alzando los brazos hacia nosotros y gimiendo histéricamente, mientras Antonio sacaba a Gise y la llevaba a su coche, le propine un golpe con todas mis fuerzas en el cráneo, y sus sesos se esparcieron por el asfalto, así dejó de moverse definitivamente, el grupo estaba ya a cincuenta metros y alzaban los brazos intentando atraparnos desde lejos, el miedo me invadía el cuerpo, durante unos instantes no pude moverme, la imagen era demencial, algo se acercaba, algo que habían sido personas, intentaban matarme sin ningún motivo, era una locura, pero no iba a quedarme a preguntarles, viendo que ya estaban a salvo en su coche, salí corriendo hacia el Octavia, el motor estaba en marcha y rugió al apretar el acelerador, salimos de ese caos como pudimos, en la carretera hacia Leganés había coches vacios por todos los lados, hacían muy difícil el viaje, del hospital que se encontraba a nuestra espalda salían varias columnas de humo, la pasarela estaba ahora vacía, allí los coches se agolpaban en mayor medida, aquello había sido un caos al inicio, y allí se quedaron atascados sin poder moverse, por los seres que había por la zona, la mayoría de los conductores habían sido infectados, pero tampoco lo íbamos a comprobar.
 Llegamos a casa sin mayores problemas, esquivamos los coches parados, que por esa zona estaban más espaciados y pudimos ir a mayor velocidad. Dejamos los coches fuera del garaje, vimos que era más seguro hasta poder inspeccionar el garaje por si teníamos alguna sorpresa desagradable.
Acomodamos a Gise en la cama, estaba despertando, pero se sentía muy aturdida, a Roberto le curamos la herida de la cabeza, era más aparatosa que grave.
Pusimos la televisión, las cadenas encadenaban una tras otras noticias sobre la situación en varios puntos del país, hablaban de una pandemia, sugerían quedarse en casa y si encontrábamos alguno de los no-muertos, así los denominaban, informásemos a las autoridades, se había creado un estado de emergencia en todo el país, los militares se iban a hacer cargo de la situación, emitían algunos videos grabados con móviles en los que aparecían los no-muertos, casi todas las imágenes estaban realizadas cerca de los hospitales, focos principales de la infección. Deje la tele encendida y me senté enfrente de todos.
-          Bueno, yo creo que deberíamos llamar al resto de los familiares, averiguar cuál es su situación, y advertirles de lo que sabemos, si aún no lo saben ya. Descansaremos un rato y luego haremos balance de vivieres y cuando estemos más frescos podríamos exponer las ideas que tengamos, por muy extravagantes que parezcan, yo creo que la situación lo requiere y es lo suficientemente increíble para oír cualquier cosa.
Los padres de Rocío y su hermano estaban en el pueblo, por allí no había ninguna situación peligrosa, solo sabían lo que veían en la tele, su hermana Arancha, estaba muy nerviosa en casa con su hija de meses, no sabía nada de su marido, la tranquilizamos como pudimos y cuando la situación lo permitiera iríamos a por ella, de momento se quedaría encerrada en casa, y no abriría a nadie que no fuese alguien conocido y le recalcamos que sobre todo no mostrase ninguna herida.
Los padres y hermanos de Roberto estaban refugiados en la parroquia, el pueblo había sido tomado por el ejército y al parecer estaba todo controlado.
Mis padres no contestaban, se encontraban en un hospital en Madrid, al no contestar, me figuré lo peor, los hospitales al parecer eran los focos de la infección. Menuda situación, era de locos, pero lo más esencial era nuestra supervivencia, luego pensaríamos en las consecuencias. Después de las llamadas el cansancio, la angustia, el miedo,  todo fue haciendo mella en cada uno de nosotros, las lágrimas inundaron nuestros ojos, la situación era terrible, no era posible que estuviera pasando algo así. Les obligue a acostarse, descansarían un rato y en un par de horas volveríamos a tomar las riendas de la situación. Me quedé mirando la calle, la situación allí era de relativa calma, estábamos alejados del núcleo urbano de Getafe, ninguno de los vecinos estaban o al menos no se asomaban ni a los miradores, parecía época de vacaciones. Menudo sábado y yo que quería descansar.
Al cabo de media hora aparecieron Roberto y Antonio, los demás estaban descansando un poco más calmados.
-          ¿Qué vamos a hacer “cuñao”?- preguntó Roberto, a la vez que los dos se sentaban en el sofá.
-          No estoy seguro, si el ejercito se hace cargo de la situación, quizás deberíamos ir a buscar un puesto de control, por otra parte andar de un lado para otro con esos seres acechando por todos lados no es una situación por la que quisiera pasar sin tener algún arma con la que defendernos a distancia. Unas escopetas, pistolas o algo parecido.
-          ¿De dónde las vamos a sacar?- dijo Antonio mientras se servía una taza de café.
-          Había pensado en ir a la tienda de caza que hay en Getafe, pero está en el centro y creo que es peligroso, bueno ya lo habéis visto, al menor descuido y “zas”, eres suyo.
-          Podemos ir los tres, algo rápido, cogemos y volvemos,  si vemos a los soldados pues mejor.
-          Si estáis decididos a ir, lo haremos mientras sea de día, no quiero estar por la noche rondando por las calles, anochece más o menos a las ocho, así que tenemos unas tres horas de margen. ¿De acuerdo? Los dos asintieron al unísono, pues movámonos como si tuviéramos prisa. Voy a despertar a Rocío, la explicamos la situación y nos marchamos.
Después de explicarle lo que teníamos planeado hacer y de los consiguientes reparos, protestas y advertencias nos pusimos en marcha. Llevábamos los móviles cargados, por ahora no habían cortado la señal, cogimos nuestras improvisadas armas y con precaución nos dirigimos al coche, íbamos en el Citroën de Antonio, las calles estaban desiertas, tomamos la carretera de Toledo y nos adentramos en el centro de Getafe por la base aérea, por allí abría mas posibilidades de encontrar un control del ejército, íbamos despacio, las calles estaban desiertas, no había ni seres vivos, ni muertos, por ahora la suerte corría de nuestro lado.
 En las calles del centro había más coches abandonados que por la periferia. Llegamos a la esquina de la tienda, no hay moros en la costa, nos bajamos del coche Roberto y yo, Antonio se queda con el coche arrancado, para poder salir pitando a la menor señal de peligro, nos acercamos al cristal de la tienda, eran antirrobo, era de suponer, no nos lo iban a poner en bandeja, intentamos romper los cristales golpeando con los maderos, pero permanecieron intactos, necesitábamos algo más contundente, fuimos a buscar algo al maletero. De repente comenzamos a escuchar disparos que provenían de la calle que bajaba del ayuntamiento, un uro del ejército se acercaba a toda velocidad disparaba su browning M2 hacia un nutrido grupo de no muertos, estos eran barridos sistemáticamente pero seguían sin detenerse, a unos trescientos metros de nuestra posición el uro chocó contra los vehículos que se encontraban bloqueando la calle, el impacto fue terrible, nos acercamos lo más deprisa que pudimos, los tres ocupantes del vehículo, un sargento y dos cabos, estaban muertos, y los no muertos seguían acercándose.
-          Rober, coge las armas de los soldados y dispara con una de ellas el cristal de la tienda, saca todo lo que puedas, sobre todo munición, yo intentaré entretenerles lo máximo posible, corre, corre.
Roberto salió disparado, se escuchó un disparo proveniente del G36 y vi como los dos entraban en la tienda. Amartillé el arma y comencé a disparar hacia la muchedumbre que bajaba dando alaridos por la proximidad de sus presas. Al principio me era difícil controlar el arma pero una vez cogido el tranquillo daba ráfagas cortas, la mayoría no les mataba pero su efecto devastador arrasaba con los miembros de los no muertos haciendo más lento su avance, la carnicería era terrible pero no cejaban en su intento de avanzar. Paré un instante para mirar si habían salido ya de la tienda, estaban metiendo armas y munición en el maletero, disparé unos segundos más y cogiendo otro fusil y dos cargadores corrí hacia el Citroën, otro nutrido grupo de seres se acercaban por la calle de la izquierda, el ruido y los gemidos de sus semejantes les atraía como moscas a la miel. Nos metimos los tres en el vehículo y haciendo chirriar las ruedas salimos a toda velocidad de esa ratonera, fuimos dejando atrás a los no muertos, por segundos su número aumentaba en decenas, cientos, salían de todas partes, nos dirigimos hacia la entrada de la base para observar si había gente con vida y tomar la carretera hacia mi casa donde nos esperaban nuestras familias. La entrada a la base estaba desierta, se veían signos de lucha pero ningún ser vivo, unas decenas de no muertos estaban tirados en el suelo con la cabeza reventada y sus sesos esparcidos por el asfalto, otros devoraban a los soldados que habían defendido la entrada, pero no se veía una gran masa como en el centro de la ciudad. Mientras nos acercábamos a casa dejábamos que nuestros cuerpos se calmasen y la adrenalina del momento se esfumase, los músculos nos dolían después de la tensión acumulada. Embocamos la calle que llegaba a casa, íbamos despacio, observando la calle desierta, justo delante del portal había un pequeño grupo de personas en corrillo, estaban paradas, según nos íbamos acercando, distinguimos sangre en sus ropas, uno de ellos se giró hacia nosotros, tenía el brazo derecho colgando y la mitad de la cara aparecía a medio devorar, se activaron los cinco y comenzaron a gemir y dirigirse hacia el vehículo, sin mediar palabra Antonio paró el coche, nos bajamos, preparamos los fusiles y unas sonoras descargas ahogaron los gemidos, dos de ellos habían caído, el tercero se arrastraba con la pierna destrozada por el impacto, los otros dos más lentos, arrastran las piernas, tropezaron con los caídos, nos acercamos un poco mas y los rematamos en el suelo, el espectáculo era dantesco, esos seres hacia unos minutos, unas horas habían tenido vida y ahora yacían en el asfalto.
Subimos todo el material a casa, no podríamos quedarnos en ese lugar mucho tiempo, los primeros no muertos habían aparecido, pronto serian muchos más y no seriamos capaces de matarlos a todos.
Estaban todos en el salón. La tele, la radio, seguían dando noticias sobre la pandemia, las televisiones encadenaban videos de las noticias y las radios emitían mensajes de tranquilidad a la población, que no se contactase con los infectados porque eran muy violentos, el ejército y las autoridades locales se harían cargo de la situación y mas consejos que por lo que habíamos visto al menos en Getafe no eran ciertos, por ahora nos encontrábamos solos. ¿Sería este nuestro final? ¿El final de la raza humana como ser vivo? ¿Había nacido otro depredador más fuerte que nos desbancaba de nuestro trono?
Lo único verdadero es que parte de nuestra familia se encontraba reunida y deberíamos intentar buscar al resto para reunirnos, para nosotros y en la medida de nuestras posibilidades,” nuestro final todavía no había llegado”.